Esta escasez justificó una fuerte regulación del aprovechamiento de los recursos disponibles, que, sin embargo, creó más presión sobre los sistemas fluviales, debido a la elevada demanda existente. En el actual contexto de cambio climático, esta realidad tiende a agravarse, con los principales escenarios que señalan una significativa reducción de la disponibilidad hídrica.

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En la parte sur de la cuenca, donde el río es la frontera entre los dos países, se une la elevada vulnerabilidad climática con significativos usos del agua (regadíos, turismo del litoral, abastecimiento urbano), problemas de degradación y mala calidad, e importantes valores ecológicos y naturales, en particular clasificados por la Red Natura 2000 y que representan espacios transfronterizos de gran valor ambiental en la Península Ibérica.

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Los numerosos estudios e intervenciones realizadas por diferentes entidades a lo largo de los últimos años, han demostrado la necesidad de desarrollar esfuerzos y actuaciones concertadas entre los dos países para una mejor gestión de esta cuenca.